Me desdoblo
con tinta de espejo
entre siluetas asombradas,
atado solarmente
a la alborada
labrada como voladura controlada
del rayo,
primera respiración de la piedra,
procedo a la danza
de la rosa
y el ruiseñor de plata
en una luna sin luna
bálsamo del aire
forma inefable de la compasión
donde echa raíces la penumbra
en las fauces
de la luz embalsamada
a su paso por el destierro
del alma delator
cada vez
que el cáliz del vino
se convierte a la salmodia inmemorial
del pez.