Timbales y cornetas, tras la esquina
asoma un cristo triste tras la fila,
cachorro de madre sola y desamparada…
Esperanza Macarena que a la busca
de su vástago, desesperada avanza,
entre los vivas de una muchedumbre
rendida a sus pies de reina…
Y entre los gritos de todos
el rayo del sol naciente apunta hacia el infinito…
Esperanza de Triana que espera,
bailando al paso, que pasen dos días
solos, entre el dolor y la muerte
del hijo de Dios que yace
y aún se mece entre la aurora…
Amanece, y en el aire queda solo
el olor a incienso: las saetas de la noche
traspasaron ya las almas de Sevilla:
todos vuelven a sus casas.
Esperanza Macarena, Esperanza trianera…
dos días quedan, y la primavera de Dios
volverá a los hombres… y a la luz de Sevilla…