Intenté atrapar el aire, cerrando las manos,
y el vacío descansó entre ellas.
Intenté besar al agua con más agua,
y el agua respondió de igual manera.
Intenté ser todo aquello que no era,
y mi disfraz ahogó la pureza de mi alma.
Intenté saciar mis torpes ideas,
y éstas hirieron profundamente mi calma.
Si las intenciones cambian su rumbo
y viajan por senderos de niebla,
iluminaré con rayos mi mundo
para huir velozmente de las tinieblas.
Si las intenciones son espadas afiladas
que abren heridas en la esperanza,
las enterraré en la lejanía olvidada,
para que el olvido sea su añoranza.
José Antonio Artés