Padre, maestro, mi amigo amado,
ven, abrazáme, dile a mi vida
con esas sabías palabras tuyas,
que estás contento.
Para que entonces todas las almas
que te atesoran en este instante,
brillen felices al ver que el fuego
del alma tuya
nos va prendiendo.
Y en este fuego de amor eterno
cómo divino,
poder sentirte por fin tranquilo
de tus batallas contra la vida,
padre sincero.
Hombre querido, ¡vos sos tan terco!
más, bien lo sabes, no lo entendemos,
y humildemente tú nos entiendes.
Ver qué despiertas los pobres gallos
con tus andares tan apurados,
y como cansas esos trabajos
con tu incansable y constante mano,
no lo entendemos, no lo logramos.
Palpar tu tosco tacto de roca,
pero en tus ojos ver la dulzura
de tu alma pura que nos evoca
tanta ternura,
no comprendemos tu magia pura.
Y vos lo sabes y nos entiendes,
porque bien sabes ser lo que quieras,
pues terco eres por lo quieres
aunque no entiendan esto que sabes,
esto que eres...
Sabes ser padre, hijo y hermano,
amigo, primo, mártir y esclavo,
y el rey de reyes de tu palacio
sobre tus campos, empoderado.
Por ello expreso, ¡Cuánto te amo!
verdad tan mía,
sueño de tantos,
tan de tu amada
y de mis hermanos.
¡Cuánto te amamos!
Chávarro.C