Euterpe Dalid

La resurrección

¡Ah! Cantemos, bailemos, lloremos,
Gocemos, más sobre todo alabemos.
¡Nuestro Rey vive! Para siempre, y más allá del final.
Él mató a la muerte, con refulgente espada
y limpia mano. Él nos liberó, por gracia,
sea bendito el Redentor sea por la eternidad.
Así que cantemos Sus victorias, cantemos así Su Gloria.
Lloremos de gozo, pues nos es restituido nuestro Rey.
Alabemos entonces, pues Su victoria definitiva se acerca.
Su primera victoria consumada es, así que gocemos.
Más cuando el Padre vierta Sus copas de ira,
y Él descienda a nosotros por última vez,
y conozcamos la grandeza del Único Rey;
No temamos porque Él vela por nosotros, y nosotros velaremos en Él.
¡Así que alabamos, pues, el Cordero de Dios, el Príncipe de Paz!
¡Para siempre, y más allá de la eternidad; Santo y Puro es!