Caía la lluvia despacio,
tenía frio,
el frio de la madrugada
el frio de las abstinencias
el frio de los abandonos
el frio de las soledades.
Caía la lluvia,
deambulaba por
los soportales vacíos
por las calles desiertas.
Algún aullido de perro
se oía de lejos,
quizá estaría igual
de solitario como yo.
Algún bar abierto
me saludaba
en mi camino,
yo seguía andando
sin saber exactamente
a dónde,
no quería regresar
no quería huir
solo andar, andar
con la lluvia
como mi única
compañera.