En el firmamento de tu piel desnuda,
un volcán se erige: una sombría estrella solitaria.
Como un faro en la noche, misterioso y deslumbrante,
que aviva el deseo de la boca que lo quiere devorar.
Incontables avemarías reposan en tus borrascosas cumbres,
cúpulas de pasiones, pirámides del vicio.
Punto de encuentro entre la lujuria y la ternura,
donde el tacto y el dolor se convierten en poesía.
¡Oh! Perlas que atraen mordiscos, cimas que evocan gemidos,
botones que el labio endurece, montículos de carne y placer,
gemas que inspiran aullidos, cima a las que elevo mis besos,
Erupción de placeres blandos, éxtasis que se derrite en la boca,
colinas de fuego y deseo, llama de las antorchas del pecho,
cerezas del jardín de los sentidos, dianas del disparo del alma...