Olvido, ave que regresa,
después emigrar
de algún lugar,
como la única flor desértica
de una pasión que calla,
después de una despedida
que parecía fugaz.
El olvido regresa,
a veces con el dolor,
a veces por la ausencia,
a veces por la distancia,
o simplemente,
por la equivocación
de mirar sin ver,
de amar sin mirar,
porque el alma necesita
escarbar entre los hechos
de un amor tan hondo
que la lógica no alcanza.
A veces,
el amor se enreda,
en una noche estrellada,
o la luna más clara,
sin luz propia,
llena los sueños de luz.
El olvido regresa,
como ave a su nido,
sigue
las huellas de un amor,
que escapa hasta el dolor.