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**~Novela Corta - La Recompensa - Parte II~**

Inés del Pozo, sólo quiso amar a su marido, a su hombre, el que la engañó, en esa cálida mañana. Si en esa mañana se levantó con ánimos de amar a su hombre. Y decide ser la vida, el amor y la pasión en cuerpo y alma, vida y corazón, piel y cuerpo de su hombre amando como nunca a nadie. Inés del Pozo, una mujer de alto calibre, rencorosa, cínica, atrevida, y por demás con pantalones en su sitio y con ovarios bien puestos. Se calificó el deseo, el veneno de una ira sobrevolando en su memoria y más en su cabeza y entre sus venas el veneno letal de los celos. Y queriendo abrigar el deseo, la amarga espera, y la conmísera atracción, y más de tentar el alma con los celos asesinó a ése hombre con una vil y letal y mortífera herradura de caballo entre las caballerizas del establo de caballos de paso fino. Y un momento no fue perfecto, ni en doble sentido, ni en un fracatán de celos que le cegó la vida y los ojos a Inés del Pozo. Cuando en el altercado frío y por delante de la ira sospechada de celos adviniendo en un vil y un cruel asesinato se vio Inés del Pozo, con sangre entre sus manos. El tiempo corre como vuela el ave en el cielo, y las horas eran como el deseo, la pasión viva, y los celos dentro del corazón. Porque Inés del Pozo, sólo era una mujer débil, indefensa, sólo quiso de esa forma y de esa manera defender al hombre de su vida y de su corazón, pero, no, no salió debidamente correcto. Inés del Pozo, sólo albergó en su alma y en su corazón, una demasía e irrevocable sentencia en su alma y en su corazón, y por un mal tiempo como una terrible tempestad, en que fue como la lluvia en frenesí, y el tormento en una cabeza que no pudo pensar ni obrar correctamente. Inés del Pozo, sólo quiso ser como el gran reflejo de sus propios ojos caducando en el espejo de su propia alma y de sus ojos, cuando ve a su marido, a su hombre, en el suelo y haciendo el amor a su mejor amiga. Inés del Pozo, sólo envenenó a su alma de una ira en un momento donde debió entregar el corazón y aceptar a cuestas de la débil razón lo que interceptó cuando sus ojos vio a su hombre en el suelo y con otra mujer que no era ella, realmente. Inés del Pozo corrió con sangre entre sus manos, y con la herradura del caballo entre sus manos sangrando de dolor y de llanto, de furia y de soberbias y llena de celos incongruentes se debate entre el llanto y el dolor en su propio corazón por un pecado, una traición, o una felonía en camisas de sudores extraños, como la camisa de su hombre rasgada y llena de placer en caricias subrepticias. Porque el alma de Inés del Pozo cayó en redención pozo abajo y sin mirar el fondo del pozo cayó abajo como una vasija que aguanta el agua de un pozo, por el cual, cae otra vez al pozo y se deleita su forma de atraer la forma de la vindicta exacta y contundente en realizar en el mismo momento de ver el acto entre ésa mujer y su hombre. Inés del Pozo, sólo cayó en redención, en ese cruel pozo, y en esa vil y amarga crueldad de un triste desenlace fatal en poder creer en el final ineficaz. Porque cuando se tornó exasperante el momento, en sudor de cien, y en un tiempo casi inoportuno, pero, casi en un cruel infortunio. Inés del Pozo, corrió lejos de las caballerizas del establo de caballos, y allí dejó al muerto, a la mujer semidesnuda, al tiempo, a los celos embriagados de una vindicta y tan devastada como poder ser de un aciago porvenir. Cuando en el tiempo, y más que eso ocurrió el desastre de creer en el alma queriendo amarrar el amor en cadenas de dolores y de un llanto sosegado de un dolor imborrable en su alma. Inés del Pozo, se aferró al desconcierto, al desamor, y la vindicta hecha y realizada en manos llenas de sangre. Cuando en el ocaso de ese atardecer vio a su hombre con ésa mujer en el suelo de las caballerizas de su propio establo de caballos. Y huyó como prófuga y escapó como fugitiva de la justicia, de la vida y del ojo de Dios. Y era Inés del Pozo, la que asesinó con una herradura de caballo a un hombre. Y se ve el cartel que dice, ̈Se busca a Inés del Pozo, Prófuga Peligrosa, hay Recompensa ̈. Y se propagó la noticia en el barrio, en el sector y en la comarca y más entre las caballerizas de establo de caballos y de la hacienda de Inés del Pozo. Cuando, realmente, Inés del Pozo, quiso ser como el bosque frío y volar lejos, pero, en el afán de creer en el delirio frío se intensificó más el deseo en converger en el alma a costa de total razón. Inés del Pozo, nunca podía saber de una cosa, que su delirio e ímpetu quedaría en un bosque frío por huir y saber que la vida es más que poder escapar de la justicia. Cuando el alma de Inés del Pozo decidió proseguir camino abajo por el bosque cerca de su hacienda de las caballerizas de establo de caballos, si en el afán de la fantasía se dedicó a ser como la fuerza, como la tempestad y como el tormento efímero de creer en el trance de lo perfecto cuando ocurre el deseo y más que eso la fuerza en mujer. Caminó como pozo abajo, y más que eso se fue por donde pasa la mala tempestad. Si en el trance de la verdad, se fue Inés del Pozo hacia la verdad efímera creyendo en lo fugitivo y en ser prófuga de la vida, sólo quedó, y en el alma una sola verdad. Cuando el alma se vio como esa fría mañana, pero, tan cálida como el mismo cuerpo y como la misma piel. Inés del Pozo, se siente como el pasaje de ida y sin regresos, perdida, prófuga y fugitiva en el bosque por donde pisa para poder escapar de la justicia y de la sentencia de su culpabilidad. Inés del Pozo, cambió el trayecto de su existencia, cuando por fin quiso destruir el cometido en bruces caídas, cuando en el alma y más por querer atrapar a su libertad, corrió al bosque en busca de una libertad sin sentencia, pero, en el alma de Inés del Pozo, sólo se vio en un intransigente camino desolado como el bosque con las ninfas de colores en su imaginación de delirio mal sosegado. Cuando el deseo y más la vida se le viene encima. Cuando el alma se vio fría y tan delirante de creer en el alma fría y tan álgida como la misma noche y buscando un escondite se vio Inés del Pozo en esa noche fría y desolada. Y escucha un altoparlante que dice…, ̈Se busca a Inés del Pozo, Prófuga Peligrosa, hay Recompensa ̈. Inés del Pozo, se dice ella que, -¨sí, soy una prófuga, me están buscando ̈-, cuando en el alma y más en el tiempo se debate una fría ansiedad y un gélido viento. Cuando el alma se entristece de un espanto nocturno, cuando en el alma y en la seriedad de su alma, quedó como tan frío es el aire. Inés del Pozo, se vio transparente e inocua, pero, prófuga, y fugitiva de un mal suceso acometido. Si inés del Pozo se vio como el ir y venir cuando en el altercado frío se edificó la razón en querer borrar el alma de ese mal suceso, que la dejó inerte y tan fría como el aire mismo, cuando perpetró lo peor para una mujer que amó a su propio hombre. Cuando se perpetró la conmísera mala situación en matar a un hombre, el cual, era el hombre fiel para Inés del Pozo. La policía busca urgentemente a Inés del Pozo por prófuga, fugitiva y, asesina de un hombre en las caballerizas del establo de caballos, el cual, era su esposo. La insistencia de Inés del Pozo en proseguir camino abajo como un pozo que no tiene fondo se vio impasible, insípida, indeleble y, muy inestable al querer ver el cielo como libertad. La vida de Inés del Pozo marcó una pauta en la vida del barrio o del sector en que fue perpetrada la muerte de ése hombre. Inés del Pozo quiso causar o claudicar su forma de actuar ante su propio marido amando a su mejor amiga, pero, la vida sólo quiso ser como un lúgubre cielo. El cielo se tiñó de sangre de un infiel hombre, el cual, amó desenfrenadamente y vehementemente pasional a la amiga de Inés del Pozo con caricias subrepticias. La vida quedó adherida, perdida, herida y vilmente sin libertad porque Inés del Pozo perpetró el más vil de los asesinatos con un suceso petrificado al tormento y a la tempestad. La vida de Inés del Pozo quiso bajar pozo abajo cuando su forma de actuar quedó débilmente mal herida y como una letal daga fue la herradura de caballo en el costado del hombre. Inés del Pozo es buscada por cielo, mar y tierra esperando la policía la captura de la fugitiva. Inés del Pozo caminó bosque adentro esperando sucumbir en plena libertad en su propio camino. Inés del Pozo no pudo más que sobrevivir en el bosque donde se esconde desde que perpetra lo acontecido con su hombre. La vida de Inés del Pozo se vio indeleblemente abatida, mal herida y con un dolor mal inconsecuente en su propia alma porque en el trayecto hacia el bosque quedó Inés del Pozo sucumbiendo en un delirio delirante cuando se topa con un infierno infernal en su inconsciencia. Cuando en el alma, de Inés del Pozo, se entregó en cuerpo y alma, con vida y corazón hacia el tiempo más nefasto, pero, la bosque donde pernocta descalza y con pies al descubierto caminó cerro abajo y como un pozo bajo como queriendo obtener el apreciado líquido del agua. Inés del Pozo, sucmbió en un sólo trance de un delirio sosegado, y de un mal inconsciente, cuando en el alma de Inés del Pozo, se vio como en luto, y como la viuda de ése hombre, el cual, Inés del Pozo, perpetró el asesinato y tan cruel y tan demoronado de mal tiempo como el tormento o como la más terrible tempestad. Cuando la policía busca urgentemente, bajo el calor y el frío, bajo la noche o el día en ese bosque de una sola crueldad en el ánimo de dar con su panadero, se vio intransigente, indeleble y con un frío atemorizador de un espanto nocturno el querer ser como el mismo mal tiempo, pero, con un mismo rencor en el alma, insípida e impasible y tan cínica como el haber perpetrado tal suceso de su esposo con la mejor amiga de Inés del Pozo. Cuando en el rencor y más en el alma zucumbió en un trance perfecto, se dedicó en ser como la obra más prefecta a ser perpetrada por la vil asesina llamada Inés del Pozo. Inés del Pozo, se dedicó en cuerpo y alma, en vida y corazón, a ser como el mismo mal percance de creer en el delirio delirante de dar con la sospechada, pero, asesina Inés del Pozo. Cuando en el abrir y cerrar de ojos quedó, Inés del Pozo, como una mojigata entre aquellas ramas en el suelo del bosque por huir y querer escapar de la policía. Y la policía en cuestión de un segundo no dio con el panadero de Inés del Pozo, siendo ésta prófuga y fugitiva de la justicia. Cuando en el aire y en el viento quiso volar lejos desde sus penurias y de su fugitivo cuerpo. Porque en el tiempo y más en el ocaso se volcó en la desesperación en proseguir su rumbo y su camino en cuestión de un segundo. Si en el tiempo y más en el ocaso, sí, en el segundo ocaso después de ese vil y sanguinario momento, se vio Inés del Pozo sin conmísera vida ni una atracción efímera en caer entre las garras del dolor después de ocasionar la muerte a ése hombre, el cual, ella amó desesperadamente. Inés del Pozo quiso en ser como el relámpago clandestino, o como el ave podar lejos volar. Y, siendo, Inés del Pozo, una sola verdad y un sólo dolor en el alma, se vio con un dolor impasible en el camino del bosque, recorriendo el bosque de un lado a otro evadiendo siempre a la justicia y su sentencia, cuando el altoparlante dice que…  ¨Se busca a Inés del Pozo, Prófuga Peligrosa, hay Recompensa ̈. 



Continuará………………………………………………………………………………………..