¡Cuántas palabras se pierden
por los caminos del tiempo!
cuantos recuerdos se esfuman
arrastrados por el viento,
cuantos amores se ahogan
en el mar de los deseos,
cuantos propósitos mueren
por hambre y por desespero.
Vamos sembrando palabras
promesas y compromisos,
semillas, huellas y esquejes
por los páramos sedientos,
por los duros pedregales
en que arrastramos los huesos
rezando porque las lluvias
les den frescura y sustento,
pero es tiempo de sequía,
-polvo, terruño y miseria-
los arroyos se desecan,
las tierras se vuelven piedras,
los vergeles agonizan,
la mies se agosta y se quema.
Hay que regar esa tierra
con lágrimas y sonrisas,
con música y poesía,
con besos y con caricias
porque el desierto se extiende
y entierra los sentimientos,
si no excavamos más pozos
feneceremos con ellos.