Despierto en ríos raudos de ansiedad
como en la cumbre de los deseos;
vaivén de emociones que no veo
en la alborada de mi soledad.
Soledad a veces encantadora
se interrumpe por ráfagas serenas
de la compañía sensata y amena
de la luz, el cielo y la aurora.
Ríen, conversan y escuchan callados,
en los umbrales del viento cálido,
mis imaginarios se han marchado.
A la espera larga y sentida
camino extenuado sin andar
por las duras jornadas de la vida.