Anne Black

Te siento

El televisor encendido aturde mis ideas, los perros ladrando, pidiendo que llene sus platos me arruina el momento de centrar mi alma en la calma bajo las cobijas del descanso temporal. No puedo saltearme las tareas del día a día, debo cumplirlas si deseo acostar mi cuerpo agotado en el sueño hermoso dónde veo tus ojos y me duermo con tu risa contagiosa, causante del amor infinito que vive entre los dos. Debo apurarme para que ocurra y dure hasta que el sol se ponga y señale que es la hora de levantarme y volver a comenzar.

 

Mis convicciones se pierden una por una y solo queda el pensamiento y tu nombre transformado en eco y mi voz delicada diciéndote - ya voy mi amor, ya voy -. Sin embargo se me hace eterno lo que queda por hacer en esta tarde fría.

 

Planifico bien todo y marcho a servir la comida de los perros, lavo los platos ya vacíos y sigo por la limpieza; primero el piso de la cocina, luego el patio, siguiente el comedor y para terminar, repaso el pasillo y la habitación. Acuesto a la nena, apago la luz, la TV y me acomodo a su lado. Finjo haberme dormido para que entienda que es hora de que ella también se duerma; media hora mas tarde me encuentro sola... perdón, sola no, contigo, contigo acompañándome aunque no pueda verte, ni tocarte.

 

Las agujas del reloj marcan las 00:00 hs. Mis ojos ya quieren cerrarse, la casa oscura y nada suena mas que tu nombre en mi cabeza. Tu foto bajo mi almohada que miro y le hablo antes de dormir, me abraza por detrás y te siento respirar.