Tal vez verle es como verme en el espejo
Lo cierto es que, la vida no es una flor para todos, a veces, en otras ocasiones no, como cuando el sol se pone rojo.
Tal vez al verle ciento como me veo al espejo.
Y uno siente esa llama flamante sobre el pecho y se siente hervir todo el cuerpo.
Uno quiere creer que no es culpable de nada más que de las circunstancias.
Pero somos pequeños niños aún atrapados en esos cuerpos que lucen a adultos.
La memoria aun emana recuerdos vagos de vagas tristezas de lo que los pequeños niños atrapados en cuerpos adultos hicieron de nosotros, somos quizá el resultado de su crianza.
Y, tal vez se pueda romper esa cápsula en la que nos refugiaron y dijeron “llámale hogar”, pero sabemos bien que solo era una casa agitada e indecisa y poco refugiable.
Seguimos pidiendo un perdón que nunca vendrá, mi amor.
Tal vez al verle es como verme al espejo de hacía tiempo.
Incomprendida
Sin que alguien pusiese atención a mis palabras.
La gente en masa y su chisme, y uno siendo parte de eso.
Esa falta de identidad hacía uno mismo
Ese asqueroso y repulsivo rechazo de los unos y de uno hacía su persona.
Tal vez al verle es como verme al espejo
Y no sé qué hacer con eso
Porque no logro comprenderle
Y es que la verdad nunca logre hacerlo conmigo misma.
Tal vez deba meterme en la ignorancia de los demás y por primer deje de somatarme la cabeza para no entender a su persona, y quizá lo único que necesite sea quererle…
Solo paso que un día dejo de importarme las cosas, algo ahí dentro murió y deje de sentir que tenía que demostrarle algo a ellos y al mundo.
Y no le miento, a veces me siento a ver esa bola flameante a las seis cuando voy de camino a casa y siento que ese lento pero apresurado momento tal vez le dé un poco de sentido al día.
Y a veces, me siento a ver esa bola blanca a las doce cuando no quiero entrar a la cama, y siento que quiero ir a dormir, pero hay algo afuera que me llama.
Pero usted y yo lo hemos hablado y siempre decimos “El equilibrio”.
Aunque sabemos bien que de trapecistas no tenemos nada, y andamos caminando en la cuerda floja que a veces alguien por mera gana nos mueve y nos caemos, a veces, muchas veces mejor dicho, quien nos mueve la cuerda somos nosotros mismos.
También hemos dicho el “Poco a poquito”
Aunque sabemos que el poco a poquito es como una tortuga que distraída le es difícil llegar a la meta, aunque pueda que quizá en la probabilidad de lo improbable llegue.
Nos despertamos, damos los buenos días, y tenemos esa cuestionable sensación de qué acontecerá. Saber qué pasará con el día a día, si una muerte lenta o una resurrección esperanzadora.
No sabemos nada, solo pretendemos, lo único cierto es que no lucimos igual al resto, y eso a veces no lo tomamos como una alabanza, es más, nos mortifica ser lo que somos.
¿Qué pensará Dios de nosotros mismos?
Locos e inentendibles.
¿Sabrá el que quizá saldremos de esa cueva de la que un día a voluntad propia nos metimos?
¿Algún día saldremos de esa cueva, mi amor?
¿Qué pensará Dios sobre nosotros mismos?
Locos y disparejos.
¿Nos tiene vivos aun en su corazón, o ya nos da por muertos?