Extremadamente, con todo el peso,
vencido sobre tierra, abultado seno,
pecho doloroso que irriga mi vientre,
estéril, seco. En la fábula de una fuente,
donde se aproximan los mulos, estanque
o diapasón desde los muslos hasta los labios.
Así, con todo el peso, caí. Desde las rodillas,
con toda la sangre agolpada en mi rostro,
con las astillas de mis omóplatos, anuladas,
abolidas. Sangre de mis labios, como una luz
que se extingue. Sangre de los tuyos, sanguínea
voz, ímpetu. Rosal de doble astucia, mis labios,
imprimiendo, en tu adolescencia, una marca deleble:
órganos sustitutos, las flores con sus rancios atributos.
Ah, vencer, donde se apaciguan los letrados y las letrinas,
donde abogo por jacintos benévolos sin letras.
Mi cuerpo es una elección múltiple, que es un rasguño
en la condescendencia de los sexos-.
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