El monje contempla hermoso
la noche pasar,
hizo voto de silencio,
no hay nada que decir.
La bailarina tropieza con el aire
y cae de dolor,
ya no volverá,
se ha vuelto luciérnaga.
El poeta se agarra la cabeza,
sabe que no podrá escribir.
El ciprés se balancea en la tarde,
cae agua de la fuente,
un pájaro se posa
y bebe.
¿A dónde me llevará el dolor?
¡Oh, mano, librame de vos!
¿Por qué tengo que crear?
Por el sol.
Tengo pereza,
me mojo los labios,
la colina está encantada.
Quisiera hacer un voto de silencio,
pasa una luciérnaga
y lloro.