se extingue el fuego hijo
me consumo setentaiséis
músculos huesos a la redonda
como tus víctimas tiendo a ser
de plástico o como los cálices
que en tus manos se tornan mariposas
pero… tan lejos cuándo podré
mecerte hasta romperme
una tarde
mecerme
roto de una dicha inédita
si pronto tendrás que crecer
junto con haberes indestructibles
y propios
qué tarde se me va a hacer
para que mi llanto te bese
de agrietado bebé
ya pareces un relámpago
ya pareces un tren
y un dialecto que me reconoce
quizás muy poco
pero hablas tan bien
también de mi cumpleaños
de ya casi cincuentaitrés
he arreglado los mosaicos hijo
y mis ojos como mosaicos
y he
sembrado plantas para recibirte
por doquier
con frutas desconocidas
y con oraciones de angustia
rezo al amanecer
para que descubras primaveras
diarias
mientras las horas me acaban la piel
me extingo hijo… el fuego sé