Cargo a hombros al hombre que soy,
el trastorno que me transporta a mí solo
bien ebrio de versos que rezan
tenemos que vernos ya pronto
a deshoras en esas zonas del trópico
(las neuronas me atontas un poco)
lejos de esta ciudad que segrega vapores tan tóxicos,
gloria de locos e hipócritas.
Me corrigen el rumbo algunas diatribas
sobre el eje este absurdo aún de los días
que crece en mí a gusto una flor sin espinas
y es que está encinta mi pasión depresiva
en este filo imposible resistiendo atrevida
la presión silenciosa, de algunas cosas se priva
el enfoque de emisora siempre hacia arriba
sin apoyos suficientes para que mi mente espabile
y la suerte me sea digna de una vida puesta al límite
(perdón por las veces que me puse agresivo:
fue tan solo un desliz mío y de eso sobra más que decir)
sin alivio, quien me dicte los símiles
entretanto me exijo que sea fresco este caos
a mi palabra entregado como un arma fatal:
algo arde allí atrás... Por si acaso tengo un alma de paz,
así el fracaso no me afecte ya tanto
abajo el disfraz cotidiano yo tramando sin mal,
animal en la jaula del tiempo
que un eco distrae
de los astros que caen sin cesar
resonando en su ático.
Extrae néctar de las plantas del campo
esta luna invitada a tan solo probar
lo que haya de mágico por aquí o más allá
y yo que ya anticipaba el desastre años atrás
ahora caigo en la cuenta de que salvarla es el plan
que diseñé al detalle en mi celda mental
sin hablarlo con nadie retornando así al hábito
de imaginarme los pasos que da
en verdad deslumbrante reflejada en cristal
con la prisa de siempre porque ve al vendaval
asomarse sicario que en sus manos las trae
resultando en un llanto que perfora la noche
si no es por la lluvia que viene a sanar
heridas pasadas insuflando verdad:
echa un vistazo y qué hay
del letargo emocional que antes lastraba
el avance en mi cápsula
ya cercano el final
causando estragos la rabia animal.
Esta ciudad solitaria destrozada verás
siempre en tránsito caminando los años en llamas:
la paz que es un manto sobre días sin pan
que asimilar en quebranto revolcando estas páginas,
densidad de naufragio a la par que tus labios
dulcemente repasan hemorragias saladas.
Nunca se sacia con nada
sed tan salvaje de instantes
prisionero del éter mi barco
entre rezos de seres extraños
dibujando su suerte
incrustada en los astros,
así con la ausente
me enfrasco en diálogo:
nos avisa la brisa
erizando irisadas las aguas
cuando viene sumisa
a su parte del trato
estragársela en tanto
rubor se ve le sobra
a su rostro y facciones.
En esta rebelión ella será nuestro azote.