Romey

Mundo onĂ­rico

Recesiva ola en la luz desconchada

donde la noche toda se reintegra

Negra silueta que tan sola danza

con fuerza pacificadora y la paciencia

del ave errante que sus hueyas rastrea

en el aire y entre la yuvia ingrávida...

Y va en caida, y así aumenta

la tristeza, el agua sagrada,

y la tormenta postrera se adelanta...

Otrora demandaba mas locura,

pero heme vuelto el rostro Luna

porque moría de pura desgana

y me desangraba esa tortura...

Aun noto dentro como púas...

Poderosas siento unas ansias

de saltar al oleaje y hundirme

en celajes de vientos indomables

para evitar sufrir, pues es muy triste

despertar tarde y no ver a nadie

conmigo, ni el ubicuo olvido,

solo un oscuro húmedo mundo onírico...

 

Brinqué increíblemente un grueso zarzal y, ya en el agua nítida, me limpié la piel maciza, entanto, pensando en los azares de la vida, rimaba melodías melifluas... Alborotado, con contención de una furia que había aumentado demasiado, me repuse de mi antigua derrota desmontando la máquina despótica que tanto me seguía como la sometedora mirada de una mente en sequía melancólica... Y brinqué aquel obtuso muro... Luego sangraron rasgaduras en mi corazón desnudo, y acabé desplomándome solo sobre el húmedo polvo...

 

Toda transparencia aquí refulge

Esta tristeza húmeda me unge

Sintetiza mi cabeza el mejunge

 

Me embriago de luz, me empapo

girando adentro en el vórtice helado

 

Este lado huérfano está enfadado

Me esfuerzo evitando el derrumbe

Muerde la muerte como herrumbe

Que lumbre resurge de bajo el fango?

 

Algún ángel acude adonde el marginado?

 

Cruje una losa gris. Diviso la rota superficie,

el frasco cristalino. Y el hálito divino ha salido

frío de mí en el delirio. Lo siento sublime,

el tormento, mis raíces creciendo entre el vacío,

el mesmérico misterio que el tiempo suprime,

el enérgico empuje del viento amigo