Texto:
Llevando el corazón ilusionado
anduve del amor por sus rincones;
bordando dionisíacas pasiones
con versos de poeta enemorado.
Romántico, febril, obsesionado,
planté de los ensueños aluviones;
haciendo palpitar mil corazones
con suave olor a lirio inmaculado.
La savia de lujuria me bebía
de bocas diseñadas para el beso;
pulsando los acordes de una orgía
con mágico aliciente del exceso;
logrando disfrutar dulce ambrosía
colmado de placer y de embeleso.
Aníbal Rodríguez.
Glosa
I
Colmado de placer y de embeleso
amores infinitos he vivido;
su brasa incandescente yo he sentido
ardiendo en su fogata sin receso.
Dejando del ardor un rastro impreso
mi lecho en un altar fue convertido;
en cuyo presbiterio fue encendido
el culto a la pasión mas inconfeso.
El viento acariciante de ternura
mi temple lo dejaba desquiciado;
tejiendo con la seda de dulzura
un cielo de luceros adornado;
que hacía me abrazara la locura
llevando el corazón ilusionado.
II
Logrando disfrutar dulce ambrosía
quedaba de sus labios prisionero;
sintiendo aquel jadeo lisonjero
que regio paraíso me ofrecía.
Oyendo melodiosa sinfonía
que fluye del deseo aventurero;
llegaba el desvarío, que hechicero
brindaba su excitante melodía.
Viviendo largas noches la caricia
que ofrece muy selectos diapasones
gozaba con la célica delicia
de suaves y mullidos edredones;
y lleno de fervor, con gran pericia
anduve del amor por sus rincones
III
Con mágico aliciente del exceso
la mórbida cadera me inspiraba;
y siempre lo sensual acariciaba
con gesto picaresco y muy travieso.
En éxtasis supremo de poseso
cordura lentamente se esfumaba;
perdiendo sensatez yo me quedaba
perdido en los fragores del proceso.
Me dieron las conquistas tanta euforia
que pude disfrutar las emociones,
que tienen del delirio bella historia
que viste de sus llamas los festones;
y trae el sortilegio de la gloria
bordando dionisíacas pasiones.
IV
Pulsando los acordes de una orgía
viví mi juventud con goces plenos,
mirando palpitar erectos senos
con néctares de máxima placía.
Con ellos la lascivia brotaría
en tórridos y excelsos desenfrenos;
brindando los momentos más amenos
que inspiran mi fogosa poesía.
De noches voluptuosas que me dieron
quedó mi tibio lecho perfumado;
sonrisas y suspiros se fundieron
en fuerte arrobamiento apasionado;
en donde mis poemas florecieron
con versos de poeta enamorado.
V
De bocas diseñadas para el beso
libé del frenesí báquico vino,
y tuve del deleite lo divino
haciéndome de amor reo confeso.
Viviendo liviandad en grado obseso
las féminas forjaron mi destino;
creando con su hechizo femenino
la grande devoción que les profeso.
En cada amanecer de mi existencia
sentía aquel perfume tan amado;
que fuera de mi mundo eterna esencia
que siempre me dejaba exacerbado;
volviéndome de pronto con su influencia
romántico, febril , obsesionado.
VI
La savia de lujuria me bebía
de damas con aspecto de vestales,
que fueran de mis noches pasionales
la copa que mis ansias saciaría.
Jamás mi corazón retrocedía
en busca de mis ninfas virginales;
haciendo con mis versos madrigales
con magia muy sutil que convencía.
Mis cantos fueron siempre los buriles
tallando las mas tiernas sensaciones;
en esos frescos cuerpos juveniles
perfectos y de bellas proporciones;
en donde con anhelos muy febriles
planté de los ensueños aluviones.
VII
Con suave olor a lirio inmaculado
mi estancia fue magnífico convento;
que hermoso germinaba el sentimiento
nacido del afán mas desbocado.
Viví de las mujeres extasiado
lo mismo que el marino con el viento;
que pone su goleta en movimiento
y llega al gran destino codiciado.
¡Por ello doy las gracias a la vida
que nunca me vistió de decepciones
y diome facultad tan encendida
de izar de seducción sus pabellones;
pudiendo emborracharme sin medida
haciendo palpitar mil corazones!
Autor: Aníbal Rodríguez.