Todos quieren ser amados, pero hoy en día nadie quiere amar.
Todos quieren sentirse valorados, pero nadie está dispuesto a mostrar la verdad.
Vivimos en un mundo que te incita a ayudar, pero destruye todo en su camino a la primera oportunidad.
Vivimos en un mundo que el amor promueve, pero la guerra no le conmueve.
Vivimos en un mundo donde odiar es más fácil que amar.
Un mundo donde besar y abrazar es sinónimo de falsedad.
Que triste humanidad, confunden el amor con egocentrismo y vanidad, con inseguridad y falta de lealtad,
confunden el amor con destrucción, egoísmo y soledad.
El amor es una decisión, se trata de poner tu alma, mente y corazón en una consciente construcción.
El amor es el anhelo de cuidar y proteger,
es dar sin esperar, es ser y permanecer.
El amor no desaparece, se transforma y evoluciona, aunque a veces eso represente alejarse de la otra persona.
El amor es libertad, es ser sin poseer, es aquello que te inspira a crecer y te ayuda a florecer.
El amor transforma, nos impulsa a ser una mejor persona, nos conecta con la verdadera esencia, con el significado real de nuestra existencia.
No importa como se manifieste, ni el cuerpo en el qué se presente o si es diferente, solamente importa que sea real y que se sienta plenamente.
Dejemos de creer que amar representa necesidad o dependencia emocional, que nos ata y nos convierte en un ser disfuncional e irracional.
El amor verdadero, el real y sincero nos otorga libertad, nos permite extender las alas para volar y cruzar cualquier tempestad.