David Ortiz Ramírez

Amor en la arboleda

Cantaba dulce el viento, y a su paso,

sus notas orquestaban los cantares

de árboles alegres, cual juglares

danzantes a las luces del ocaso.

 

Andaban nuestras almas la floresta,

tomadas de la mano en travesía

por sendas aun no vistas todavía,

buscando en su querer una respuesta.

 

Apoyo eterno tú y yo nos juramos,

el bosque entero se volvió testigo

del amor que tú y yo nos profesamos

 

que a nuestras almas sirve como abrigo.

Tantos momentos por los que pasamos…

no hay duda que mi vida está contigo.