Cantaba dulce el viento, y a su paso,
sus notas orquestaban los cantares
de árboles alegres, cual juglares
danzantes a las luces del ocaso.
Andaban nuestras almas la floresta,
tomadas de la mano en travesía
por sendas aun no vistas todavía,
buscando en su querer una respuesta.
Apoyo eterno tú y yo nos juramos,
el bosque entero se volvió testigo
del amor que tú y yo nos profesamos
que a nuestras almas sirve como abrigo.
Tantos momentos por los que pasamos…
no hay duda que mi vida está contigo.