Rigo F. Garay

Honorable y decorosa esposa

Ahora que tengo a mi amada,

toda la existencia es valerosa; 

ahora, cuando la vida nos goza, 

nada me distrae de tu mirada.

 

Y fruto, de la presencia milagrosa

del bien, eres fructífera, honrada 

e idónea; con aroma a una rosa

fresca, espinosa y conquistada.

 

¡Siempre lista! para la defensa

de los que amas, y acorazada

para soportar, las más pesada 

historia y cizaña, que espesa.

 

¡Ah! por siempre quiero tener mi ada,

que en su trato, es la más respetuosa;

por lo qué, mi mente, siempre alada,

sueña con ella, la más pudorosa.

 

Por lo cual, se nos materializa

el bien en el presente; y asustada 

tu sonrisa, amable y escurridiza,

te descubre: simpática y bien amada.