Ahora que tengo a mi amada,
toda la existencia es valerosa;
ahora, cuando la vida nos goza,
nada me distrae de tu mirada.
Y fruto, de la presencia milagrosa
del bien, eres fructífera, honrada
e idónea; con aroma a una rosa
fresca, espinosa y conquistada.
¡Siempre lista! para la defensa
de los que amas, y acorazada
para soportar, las más pesada
historia y cizaña, que espesa.
¡Ah! por siempre quiero tener mi ada,
que en su trato, es la más respetuosa;
por lo qué, mi mente, siempre alada,
sueña con ella, la más pudorosa.
Por lo cual, se nos materializa
el bien en el presente; y asustada
tu sonrisa, amable y escurridiza,
te descubre: simpática y bien amada.