La realidad es un producto labrado de sus manos y sus pasos, donde se puso la mirada y la atención, en todo aquello donde dedicó su amor y donde sembró una semilla de esperanza.
La frialdad nos ayuda a enfrentar los retos de la vida, pero el amor es cálido, nos arrulla como una caricia en el alma y nos pone a pensar en los seres queridos, en cada momento y cada palabra colocada en el momento preciso.
Construía una muralla de fortaleza con materia prima de amor, una palabra que puede reconstruír el mundo, labrar la realidad con amor , como el mejor producto de una vida amorosa, de un corazón puro, y de una mente limpia.
Labra la realidad con cincel y martillo, pues la vida es una piedra dura, y de la piedra labrada se construye una obra de arte, así como se labra la realidad en la vida cotidiana.