Mi niña linda agraciada:
¿Tú quieres que te haga un cuento
envuelto con mi cariño
con este mi amor eterno?
¡Me encanta que tú lo quieras
y gustoso, te lo leo,
porque tú eres la princesa
en los ojos de tu abuelo!
Y el cuento, comienza así:
En el patio de la casa
se paró alegre un jilguero
pa´ cantarte niña linda
que tus ojos son muy bellos
que tú tienes la sonrisa
con los brillos de un lucero
que aparece cada noche
e ilumina bien el cielo
pareciendo una lucerna
que se enciende aquí en mi pecho.
Y una tortuguita hermosa
caminaba por el suelo
del jardín que florecido
se juntaba con tu pelo
cuando el viento aparecía
¡Ay qué rico sopló el viento,
en tu cara de princesa
al decirme: ¡Yo te quiero!
Y la hermosa tortuguita
al oír aquel jilguero
dijo alegre: ¡Qué bonito,
ese cántico del cielo
el que canta el pajarillo
con su trino dulce y tierno!
¡Cómo quisiera cantar,
pero yo cantar no puedo!
Ni subir a las alturas
ni tampoco alzar el vuelo
porque soy la tortuguita
y en el suelo yo me quedo.
¡Pero vuela tortuguita!
Le decía aquel jilguero
con sus alas extendidas
porque no tenía miedo
de volar a las alturas
del hermoso azul del cielo.
¡Ah, pero yo no tengo alas,
aunque fuera mi deseo!
No te apures tortuguita
hoy mis alas yo te entrego
pa´ que puedas tú volar
por el mar y el ancho cielo.
Y voló la tortuguita
como vuela aquel jilguero,
llena de felicidad
al cumplir su noble sueño.
La enseñanza que nos deja
este cuento que te cuento
es que al ir por el camino
debes dar siempre algo bueno
y ayudar a quien no pueda
alcanzar algún anhelo
como lo hizo el pajarito
como lo hizo el buen jilguero
que le dio a la tortuguita…
¡Alas para alzar el vuelo!