Miraba la foto de un crío, que era yo
-ya lo sabía- sonriendo despreocupado…
y me adentré en sus ojos que tan fijos me miraban
desde el ajado retrato que ignoraba su futuro.
Y en el fondo de esos ojos había un mundo de niño
indiferente y feliz que se dejaba mirar
por mis ojos ya vividos, en claroscuros habidos
de brillos en alegrías y en lágrimas de dolores.
Tan mal no les fue a sus ansias -me decía susurrando-
de un futuro iluminado y apartado de espinas,
pero sin eufemismos humanos puedo hoy decir sin dudas
que tal vez alguna pena y lagrimita de niño
pude ver nublando la luz de tan infantil mirada.
De mi libro “De mis últimas letras”. 2020 ISBN 978-729-540-5