Te miras al espejo de tu conciencia
y por nada te ruborizas,
Será quizás su voz que te delata con vehemencia,
Y tú ni te escandalizas.
Perdiste ya toda vergüenza,
Y ni remordimiento sientes de tus actos.
Mírate, si hasta no sientes ni pena
Y ni te das ni por enterado.
Cuando un animalito comete una maldad
Agacha su cabeza en señal de culpa;
Más tu maldad es tal
Que ni sientes ya por nada culpa.
Pero más temprano que tarde
La conciencia te pasará la cuenta,
Hasta de noche habrá de atormentarte
Cuál voz que de hablarte jamás deja.