Les pedí suplicante un collar
a las pálidas sirenas marinas,
con las sutiles perlas más finas
y con todos los tesoros del mar.
Le pedí a la tierra un diamante para tí,
la esmeralda de los cofres de Tiro,
el más pulcro y refinado Zafiro
y el más vivo y sensual rubí.
¡Era un arte,obra de exuberante destello!
pero había algo que le faltaba,
porque ante tu presencia se opacaba
pues no hay piedra preciosa más fina que tu cuello.