I
Buscar la llama que, voraz, habita
y prende la pasión dentro del pecho.
Hallar la clave del amor que agita
la estela de los cuerpos en el lecho.
Sembrar el tiempo que, Amor, incita
al borde de la piel a contrapecho.
Regar el alma en el que resucita
y siega la emoción como un helecho.
Atrapar al instante la ilusión
en la complicidad de una mirada
que acaricia y trasciende la razón.
Sostener nuestro amor en la alborada,
con los rayos del sol en comunión
de los cuerpos, y el alma consagrada.
II
Memorias de caricias sempiternas
se llevan los gemidos, cual viñedos,
el hilo de humedad entre las piernas
desciende de mi centro hacia tus dedos.
Que tocan, suavemente, las cavernas
abiertas al placer, donde los miedos
se pierden por la flor, sobre las tiernas
llanuras de tu piel en besos quedos.
Mi fuego con tu fuego resplandece
en chispas de placeres; con caricias
seguimos el delirio del contacto.
Sopeso tu cintura y me estremece
de llamas el deseo a las delicias
del cuerpo en un furor sin fin exacto.