Me fui acostumbrando…a lidiar con la nostalgia,
ya no me hace efecto la melancolía…
y esa tristeza que a veces sentía…ha perdido su ímpetu,
ya no duele tanto…o parece que no duele,
porque evito dejarme lastimar de su indolencia.
Le hago bromas a mi soledad…
y jugamos a escondernos en silencios prolongados,
es tanto el aislamiento… que ni las sombras asoman por ningún lado,
es tanta la quietud… que la calma se aburre…esperándonos en vano.
Pasa abril…imparable,
ya es medio mes…
y desde marzo acá…nada ha cambiado,
sigue igual el repetido éxodo del tiempo.
Atropellados los días se consumen…
los minutos se desintegran en fragmentos de delirios eventuales…
que desaparecen fugaces,
y las horas huyen sin que nadie se dé cuenta,
se van robando los sueños…
y nos dejan el insomnio de esta realidad inevitable…
que se volvió desesperante.
Los relojes apuran sus circuitos interinos,
y dan vueltas como locos…
sin que nadie controle su precipitado escape…a las fronteras de lo incierto.
En el espejo me reflejo cada mañana…y aunque parezco el mismo,
hay algo en mi mirada que presagia un final misterioso…
de inesperado desenlace.
¿Qué será de nuestras ansias…que aún se aferran a los suspiros…
para seguir palpitado?,
¿Qué será de los anhelos…que aún imploran por un milagro…
para seguir existiendo?
¿Qué será de esta ansiedad…cuando muera la vida…y comience la inesperada eternidad?
¿Nos volveremos a encontrar,
o simplemente, seremos como extraños…en un mismo lugar?
¿Qué será de nuestros sentimientos?...
¿Qué será de nuestro amor?...
de ese amor inconcluso…que nos quedó pendiente.
¿Qué será de nuestro amor?...
de ese amor inconcluso…que nos quedó pendiente.