Mis raíces se retuercen en el suelo,
por tu sombra ajena e inoportuna
y mi camino se hace laberíntico,
como senda perdida en la bruma.
Mi corazón se encoge con tu menguante presencia,
y mi alma se agita con un nerviosismo febril,
como un animal acechado por un peligro siniestro,
que espera a la vuelta del camino.
Así que desenterraré mis raíces,
arrancaré las malezas que me encadenan,
y encontraré un camino más allá de esta farsa,
que me guíe a la claridad.