No cabe en el pecho la canción de Lorelei,
que se escucha al pasar por el Rhin,
y un idilio dorado colorea
el oro de la brillante Berlín.
Declama un verso de Wolfgang von Goethe,
con el lirismo de un dramaturgo
que tu alma cante, baile y sonría
pasando por la puerta de Brandeburgo.
Serás el rey más hermoso que el sol,
pareciera que mientras vas cantando
en el palacio de Schwerin va pasando
un galante Enrique de León.
Bebe del Mosela el buen vino
blanco y de oro, como tu amor
y escucha a Beethoven en el trino
de un tierno y primoroso ruiseñor.