Pero cuando se acercan las doce,
me acuerdo de acordarme de ti
y entonces intento dormir,
mas tu recuerdo es invasivo,
Y ya como a la una, la vida duele.
Y a eso de las tres,
después de agotar todos esos poemas que te dediqué,
y de escuchar esas canciones que escribieron para ti
esos artistas que no te conocen,
por fin pretendo conciliar el sueño.
Pero el sueño está lleno de ti,
y soy feliz hasta las seis.
Luego el café me recuerda
que ahora sólo eres recuerdo.
No fuiste, eres.
Aunque durante el día no seas,
con la rutina y diligencias
un tiempo te desvaneces.
Tiempo desmemoriado,
tiempo rehén,
tiempo oportuno.
Y te extraño y te imagino,
porque ya serán las doce.
Y yo a las doce te recuerdo,
y recuerdo recordarte.
Inconsciente te recuerdo.
Y te extraño.
Y son las doce.