Escribir sin saber por qué escribes,
vivir sin saber si en verdad vives;
no darte cuenta de cuándo llueve;
llorar sin motivos aparentes,
sonreír sin mostrar los dientes,
que me sirvan la comida y ni la pruebe.
Perder el ánimo para soñar,
llevar mi pensamiento a un lugar
triste, oscuro y desierto
y enterrar allí las ilusiones,
que el arcano de mis emociones
permanezca sin ser descubierto.
Borrar del total de mi memoria
los mejores recuerdos de mi historia
y ya no querer contar mi vida.
Creer que si alguien me quiere,
es también quien me hiere
y pronto de mí se olvida.
Que si alguien me felicita
porque le pareció bonita
una de tantas poesías...
que piense que me copié
de un libro que me compré,
que no son ideas mías.
Que al instante de mis rezos
me duelan hasta los huesos
y no pueda levantar mi voz.
Y mis ruegos sentidos,
que nunca lleguen a los oídos
siempre atentos de Dios.
Sentir que a mí mismo me miento,
jurarme que mis sentimientos
para nadie son sinceros;
que luego del tiempo que pasó,
a nadie le importo yo,
nadie se acuerda de Eros.