Matias 01

Nos besamos...

Nos besamos como si estuviéramos

embrujados

y no hubiera un después

en su boca rosa;

Nos apretamos en la ebullición de la sangre,

con la febril abreviación de la unidad

y la piedad de un río que pasa,

dejando a la herida fresca,

para no volver jamás.

 

¡Será que nací en su voz!

Será que llegó el amor por encima del dolor,

el día que sus pequeños pies desnudos

poblaron mi tierra fría.

Y entonces me inventé un fragor

para siempre,

un sueño

para el pecho de un solo latido

en su arrinconado corazón.

 

No lo sabía entonces, no lo sé ahora

como esa luna de miel -que es su rostro-

se enciende

en el filo de un beso al que se arriman

las histéricas sombras de mi vida.

Y tal vez es Dios quien palpita esa dicha

junto a los pájaros calientes

que salen volando

de su boca rosa.