Una vez te pedí que me quisieras
y rogué de tu amor sus bendiciones;
y soñando en tus mórbidas caderas
fuiste arrullo de hermosas obsesiones.
Encendías en mi alma las hogueras
de indecibles y tórridas pasiones;
y anhelando tus gracias hechiceras
me embargaban divinas ilusiones.
Al mirar de tu cuerpo su estructura
con delirio quería hacerlo mío;
y beberme su savia lentamente.
Mas perdido en mi mundo de locura
convertiste deseos en hastío;
destruyendo mi sueño eternamente.
Autor: Aníbal Rodríguez.