Poquito a poquito,
se van cerrando,
mis heridas.
Y en mi soledad…
amiga, llegas a mi vida
y gracias a tu mirada,
mi casa, no está vacía.
Pensé que mis lágrimas,
durarían toda mi vida,
pero tu sonrisa,
ha secado mis mejillas.
A lo mejor,
eres el ángel que vino,
a llenar de amor
nuestro camino.
Gracias…
Por abrir mis ojos
a la ilusión,
mientras vuelvo a creer
en la vida compartida.
Aún mejor…
que sea el amor,
el que decida.
© Saulo García Cabrera
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