Esta noche se han marchado las voces,
en silencio ha quedado mi mundo.
Mis propias cosas no me reconocen.
Soy un extraño apoyado en un muro
y sentado en el piso de madera.
Me paro, y tomo mi abrigo oscuro.
Tomo las llaves y abro la puerta
bajo la escalera y camino sin rumbo,
acudo a donde nadie me espera...
Aquí estoy, solo y rodeado de gente
en la ciudad, mi eterna compañera
asalta mis ojos e inunda mi mente
el viento nocturno abraza mi cuerpo
la luz amarilla tranquila se enciende
y viste de luto profundo el cielo.
Dime ¿quién te acompaña cuando llueve?
Dime ¿quién te acompaña en el tiempo?
¿Quién te abandona cuando los rincones
de tu alma se esconden al viento?
Dime ¿a quién no le importa que llores
o que rías, dime, a quién no le importa?
Esta noche que se fueron las voces
conocí una ciudad silenciosa
que, sin el sonido de sus rincones
se vuelve extraña, casi misteriosa
por momentos sus múltiples caminos
se volvían simples veredas cortas
los árboles se volvían mis amigos.
Me hubiera vuelto dueño de las calles
de no ser por mis constantes olvidos
pues después de tomar mi abrigo y las llaves
se me olvidó traerme conmigo...