Quisiera no estarme muriendo lentamente, ni estar dormida en sentimientos, ni mucho menos sentir frío.
Pero me temo que todo la frialdad de este otoño me cabe en el cerebro y se esparce por mis huesos.
Es que te quiero... Te quiero tanto que el corazón me lo he arrancado para acallar el dolor que me causa no tenernos.