Ya sopla y ruge
el viento enfurecido
por la galerna.
No sé su idioma
ni el grito que proclama
tanta agonía.
Largos lamentos
de enfermo malherido
es este infierno.
Tras las ventanas
los árboles se postran
al vendaval.
Temen al viento,
le acusan reverencia
y hasta se inclinan.
También rechinan
las ramas y cortezas
como protesta.
Yo tomo nota
y soy como un notario
de lo que pasa.
El viento gime,
los árboles protestan
y yo no sueño...
Y es que mis sueños
se han roto y ya no existen
¡por la galerna!
Rafael Sánchez Ortega ©
18/07/23