No todo es sequía, no todos son guerras
no todo es pandemia, no todo es miseria
nos sigue alumbrando la fe en el futuro
la paz, la esperanza en un nuevo mundo
en que las palabras sean nuestras armas
en que la justicia retome su espada,
defienda al más débil de tanta calaña
con toga y birrete que nos avasalla,
de esos leguleyos, de esos mercaderes
que en los parlamentos promulgan sus leyes
echas a medida de quien les mantiene,
de quien les soborna y les recompensa
-puertas giratorias, enchufes, prebendas-
y votan a coro proyectos y enmiendas
que sumen al pueblo en hambre y miseria.
Hay un nuevo mundo llamando a la puerta
con nuevas ideas, con fe y esperanza,
con las manos llenas de sueños, proyectos
para nuestros hijos, para nuestros nietos
¡aún nos queda tiempo de levar el ancla,
de cambiar el rumbo, desplegar las velas,
de remar con furia hacia la utopía
y alcanzar las playas de una nueva gesta
de una madre tierra más limpia y más nuestra
en la que sus hijos seamos hermanos,
mares, animales, montañas y selvas
compartiendo el agua, la luz y la vida
puedan ser felices en paz y armonía,
de seguir luchando con fe en la victoria,
que el tiempo se acaba y el telón se baja,
la orquesta hace mutis y abandona el foro,
el público silva, grita y patalea,
las luces se apagan, el salón se cierra
y los figurantes nos quedamos fuera
tiraos en la calle bajo la tormenta
¡ese es el futuro que nos desespera
si no los borramos de la cartelera!