He de aceptar que desde que te sé
Soy extraño a mí mismo.
Has dejado abierto mi corazón,
Develando su desvarío,
Y una lágrima cual gota de rocío
Enjuga la dudosa trama que llamo vida.
El hombre solo se concibe así mismo
Cuando, con un toque de suave terciopelo,
Se acerca al candor de un alma hermana.
Y la soledad se amilana, se esconde
Pues Todo se hace presencia
Todo menos tú en mi almohada.
Y me dices apóyate en mi brazo
Te digo estoy ciego y cansado
Pero me lanzo al vacío
¡Qué importa que mis ojos no vean el camino¡
Si tus ojos dan luz a mis torpes pasos;
Me apartan del lodo del pasado;
Me miran y me siento amado.