Sigo tu sombra
y busco sus latidos
en la distancia.
Un día fuiste
la rosa de los vientos
y mi alegría.
Hoy, el recuerdo,
me lleva a tu figura
con gran tristeza.
Tú me dejaste
borracho con mis sueños
y ensimismado.
Pagué muy caro
el precio de buscar
la poesía.
No estaba lejos,
ni vi entre tus pestañas
aquella luz.
Y así, cansada,
quizás me abandonaste
con impaciencia.
Éramos jóvenes,
teníamos proyectos
con egoísmos.
Porque, en mi caso
amé a una utopía,
no a tu figura.
Y te marchaste,
te fuiste en el silencio,
una mañana.
Hoy, que ya es tarde,
persigo los recuerdos
como un mendigo.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/04/23