La guerra es un monstruo feroz,
que devora vidas y destroza ilusiones.
La guerra no entiende de amor ni de paz,
sólo de dolor y destrucción.
Pero ¿por qué luchar con las armas cuando existe el amor en el corazón?
Si el amor es el fuego que enciende las almas,
¿por qué alimentar la llama de la discordia y la agresión?
La guerra es inútil, estéril y cruel,
sólo deja un rastro de dolor y sufrimiento.
Pero el amor es el aliento de la vida,
que nos da esperanza y alivia el sufrimiento.
Como dijo el poeta Bequer,
\"Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor.\"
Así es el amor, un fuego que nunca se apaga,
un sol que ilumina nuestras vidas,
un mar de emociones que nos llena el alma,
un eje que sostiene nuestro mundo.
Que nunca más se desate la guerra,
que el amor sea la luz que guíe nuestros pasos,
que la paz y la armonía nos acompañen siempre,
y que nunca olvidemos que el amor es el verdadero triunfo.