Suspéndense las hojas de la copa
y el tiempo pasa lento.
Tinieblas son las horas en que vienen,
como vanos fantasmas, los recuerdos...
Aquel en do ella estaba lastimosa-
mente a un tiempo llorando y sonriendo,
o aquel en que la infancia se vestía,
queriéndome enlutar, de horrible negro.
Ahí es cuando la hiel se siente amarga
y andar resulta el único remedio.
¿O será que, errante Midas, cuanto toco
por ley ha de yacer así deshecho?
¿Ese es el sino que me corresponde
-ay angustia arcana-, ese es mi lucero?
Oíd lo que una voz me respondiera:
¡Sí!, pues es sino de los que nacieron
beber del surtidor de la amargura
desde el vientre al postrero monumento.