Gritos de una mujer furiosa lanzando insultos y maldiciendo...
《 ¡QUÉ ABSURDO! ¡QUÉ IDIOTA! 》 Otra vez me envuelvo en la novela de dos locos que se desprecian pero no pueden vivir separados. Él por motivos desconocidos, ella por ilusa, porque aunque diga; - \"no te amo\". Por dentro se mortifica, siente al corazón partirse en dos y ese ardor infernal, inexplicable.
Sí, me veo en la obligación de reconocer mi torpeza, mi curiosidad esperanzada por ver un final definitivo, sin embargo no parece ocurrir.
¿Será el amor persistente entre los dos? O ¿será qué se odian tanto que de algún modo eso los une mas? Tal vez disfrutan fastidiarse mutuamente y entonces siguen juntos. No obstante me pregunto qué pensará él. Pues en toda la discusión no ha dicho ni una sola palabra. Según ella solo se ha reído mientras que ella lloraba rabiosa, y cuánto mas se burlaba, aumentaban los insultos y la furia comenzaba a envenenar su alma.
Los vecinos no soportan la presencia de él y la locura de ella, aunque no se meten por respeto a los padres de ésta mujer abatida. Supongo que ha de ser una ventaja pequeña para Teresa (digo para Teresa porque para Fernando no es algo que le quite el sueño) que los vecinos se mantengan reservados. De esa forma su teléfono no sonará con la voz de reproche de su madre y así todo es mas fácil y la posible reconciliación se puede dar sin barreras.
En resumen el amor y el odio; mas odio que amor. Acaban por alejarlos del afuera y Teresa se encierra en la casa, Fernando escapa por la noche y regresa a las tres horas, a veces un poco mas tarde. Duermen separados, no se dirigen la palabra o hablan como si nada pasara. Sin embargo aunque se los vea como si nada, en un abrir y cerrar de ojos comienzan los gritos otra vez, un concierto de palabras vulgares, lágrimas, bronca, y deseos horrorosos. Fernando como siempre callado mirando para otro lado, dándole a entender que no le importa y se oye a Teresa pidiéndole que se vaya de la casa; -\"tengo asumida la separación desde hace meses Fernando, ya no me importa si te vas, no correré a detenerte. Ahora soy yo quien no quiere mas, no soporto verte, ya no te amo\"-. -\"ok, Teresa\"-.
Pasan las horas y de repente todo es silencio; Teresa en la cocina preparando el té y Fernando se mantiene quieto en la habitación. El silencio es bendito después de oír tantas revelaciones crueles e injustas para el afuera. O eso creo yo, porque a mi algo de lástima me dio. El punto es que como decía al principio, nuevamente me veo envuelto en estudiar la novela de dos dementes con la esperanza de que el último capítulo llegue por fin. Al parecer eso sucedería hoy, sin embargo ese hermoso silencio se rompe con la voz de Teresa;
- Fernando ya está el té -.
- Ya voy.