Tomasa, la que es toda masa, se aferra con su cuerpo contorneando a una guitarra sosegada y templada como ese mar salado que abraza a su piel y más su cuerpo semidesnudo. Y sí, que eran las cuerdas de la guitarra, la que con sus dedos entona a la canción de primavera en ese mar sesgado, oblicuo, y con un sol candente observando ese mar travieso y terrible. Y sí, que eran las cuerdas las que Tomasa entona melodiosamente a una canción, cuando realmente sólo quiere recibir la forma y la manera de atraer a la sal del mar. Y es ese mar abierto, sosegado y templado y tan tranquilo como la misma paz en medio de ese mar. Y, Tomasa, naufragando en el tiempo y más en el mismo tiempo en que se tornó exasperación y una desesperación, pero, muy inocua y transparente y tan translúcida como el mismo mar abierto. Porque en el afán en entonar una canción se aferró el deseo, la presencia, y más que todo eso la esencia de Tomasa, como una felicidad y una alegría devastada de iras y de fríos tan fuertes como poder cantar melodiosamente esa canción en guitarra. Tomasa, se vio fríamente deliberada en creer en el campo de la suerte y de entonar la canción frente a ese mar, sí, sentada en la arena donde se pasean las perlas en conchas y con Iván. Cuando de frente a ese mar se dedicó a ser como toda sirena del mar abierto, pero, templado y sosegado. Tomasa, la que es toda masa, con un cuerpo de guitarra, contorneando su cintura y sus caderas va de rumbo hacia la dirección perfecta, sí, hacia la playa. Iván, celoso y observando a Tomasa, en ese mar abierto, incierto y templado y sosegado. Tomasa sesgada, cegada y muy confiada se baña en ese mar abierto dejando ver a su cuerpo de guitarra. Cuando en el tiempo y más en el ocaso de ese día que por el día y en el atardecer se baña solamente en ese mar dejando ver a su cuerpo como la canción de la guitarra. Existe un hombre que persigue a Tomasa, pues, entre las curvas y su cintura y caderas de guitarra enloquece a cualquiera, pero, Tomasa no se da cuenta de nada. Cuando en el instante se tornó desesperadamente intransigente, pues, el hombre sólo lo que quiere con Tomasa, la que es toda masa, una noche clandestina y más con su cuerpo de guitarra. El hombre sólo quiere tocar esas cuerdas de la guitarra para entonar la rica melodía en que entona una buena y dulce canción como lo es Tomasa, e inocente de todo quiere hacer lo mismo, pero, con su amor Iván. Tomasa sólo recorre desde la acera hasta poder llegar a la playa a pesar de que el instante se torne desesperadamente inocuo o como el mismo mar templado y sesgado y oblicuo, como su propia inmensidad. Tomasa, quiere amar, sentir lo que el corazón palpita cuando está cerca de Iván, pero, no, no quiere más que poder amar en contra de la voluntad cuando en el imán de un instante se aferra al destierro de querer amarrar el deseo y más toda la vida. Cuando en la playa se electrizó la forma y manera de creer en el mar templado, sosegado y en calma, y muy tranquilo enriqueciendo a todo su cuerpo con la sal del mar curando las heridas de la vida. Tomasa, se vio indefensa e inocente en el amor a costa de ése hombre que no la quiere para bien. Es Tomasa, la que es toda masa, la del cuerpo de guitarra, la sensacional mujer que todo hombre desea. Tomasa, la que es toda masa, va en busca de ese mar desértico sin alguna mala consecuencia, sin algún mal desvestido tiempo y de una ira oprimida en saber de ese rumbo incierto en que el comienzo se debe a que el deseo de envenenar el alma con la luz de los ojos de la lujuria y de la pasión se ve y se siente así, Tomasa. Cuando en el juego del amor y más de la aventura se enterneció su cuerpo de un dolor pasajero, el cual, Tomasa, ya lo había sentido como un juego de esos en que el deseo se vino abajo cuando el alma de Tomasa sólo sintió la luz de esos ojos traicioneros, los cuales, se entorpecen entre ése hombre y Tomasa. Tomasa, sigue hacia adelante en el rumbo hacia la playa desde la acera cerca de su hogar. Cuando, de pronto, se siente y se percibe que ése hombre la persigue a pie y a sombra con la fortuna entre sus manos. Ése hombre, el cual, es un rico hacendado, no desea más que el amor de la jovencita, pero, no, no Tomasa, ama profundamente a Iván. Cuando, de repente, se torna desesperadamente y exasperadamente, dañino el mundo, el momento y hasta la playa se torna insegura para la muchacha llamada Tomasa, la que es toda masa, la del cuerpo de guitarra. Tomasa, con su guitarra al hombro, con notas agudas y graves, y queriendo entonar la melodía quedó Tomasa en la playa. Y queriendo derribar el instante en que el juego del amor se torna intransigente cuando Tomasa toca la melodía de esa triste endecha canción, la cual, forzó a la jovencita a llorar como llora el amor en el corazón, sólo latiendo con la misma fuerza del amor en el corazón. Y se le advierte a la razón, a la cordura y al juicio, que obtenga una fórmula química para entender al alma y al corazón amando como nunca. Y faltando una conmísera vida y de una existencia eficaz a Tomasa se olvida una cosa, de que el juego del amor empieza como termina. Y, así, comenzó el juego del hombre, a enamorar a Tomasa, pero, Tomasa no se deja influenciar por los detalles de ése hombre. La mente, el pensamiento y los sentimientos de Tomasa, están en juego y con el amor en un juego fatal y conmísero, cuando el corazón se abre de par en par. Si Tomasa es la guitarra en el mar. Con ese cuerpo contorneado, bello y muy esbelto y con esa pose en porte deleita a cualquiera. Cuando ése hombre sólo la quiere para una noche clandestina, pero, en ser muy amada, Tomasa. Tomasa, la que es toda masa, cuando arde en el alma una sola verdad, cuando en el alma quedó una sola verdad, pero, muy insistente. Si Tomasa no piensa ni se imagina en que ése hombre la quiere para amar. Cuando el alma de Tomasa se vio fría, pero, muy inocente, en cuanto al amor con ése hombre que la sigue y la persigue a pie y a sombra, dejando inerte el amor en el propio corazón. Cuando el alma de Tomasa, está intransigente como lluvia pasajera mojando a sus propios sentidos. Si el alma de Tomasa se vio mortífera como transparente con la única insistencia en poder querer aún la única salvación para la muchacha. La jovencita que aún no se percata de que el hombre la persigue para tener con ella la única noche complaciente y más excitante de toda la vida, Tomasa, aún no mira a ése hombre con luz en sus ojos llena de amor, sino que siente y presiente que el verdadero amor es y siempre será Iván. Tomasa, la que es toda masa, con su cuerpo de guitarra quedó por siempre en el altercado de su propio corazón y de su alma a cuestas de la terrible cordura marcando trascendentalmente al mar sesgado y templado y oblicuo en el trance de lo perfecto de nadar bajo sus aguas tormentosas de tranquilidad y de una paz sosegada. Y Tomasa, seriamente indeleble a ese mar desértico y templado, y tranquilo, se vio aferrada a la idea en quedar en total soledad y para siempre. Y Tomasa cree que es la mejor de las ideas, quedar en total soledad y sin poder amar a su verdadero amor que se llama Iván, porque es mejor la soledad que estar mal acompañado, pero, ése hombre la quiere, la persigue y la ama y quiere con ella lo imposible: una noche con Tomasa. Si Tomasa, quiere amar con su cuerpo contoneado como la guitarra tocar la canción más exacta y es Tomasa, la que es toda masa, la que dese amar con su cuerpo en forma de guitarra con esa cintura y caderas que enloquece a cualquiera, y más con esa bendita piel que aflora perfección. Ese día Tomasa, va rumbo hacia la dirección más perfecta la playa por la acera cerca de su hogar. Cuando logra llegar a la orilla de la playa, se halla con Iván, y quiere entonar la canción más endecha para lograr entrar en calentamiento al tocar las notas agudas y graves de su guitarra. Si solamente Iván sabía cómo tocar esa melodía para que le agradara a Tomasa, y en esa práctica ése hombre la escucha de lejos, mientras que Iván, hace el majestuoso toque con las cuerdas hasta llegar al punto de entonar la melodía correctamente y perfectamente como a Tomasa le gusta. Mientras que la arena casi cálida en vez de tibia, ellos en medio de la sombra de la palmera, toman hojas de la palmera para poder sentarse bajo la arena tibia y candente, para poder dar lo mejor de sí al entonar la endecha canción. Todo mundo que la escucha allí en la playa sabe de la verdad, es un sonido majestuoso e imborrable como que en el instinto se aterró a sentir las cuerdas de esa guitarra para ser tocada con máximo cuidado hasta lograr alcanzar el sonido más perfecto entre las cuerdas y las notas agudas y graves y con el arpegio y el sonido más excelente que pudieron realizar Tomasa e Iván en medio de la playa, sentados en la arena y cerca de las perlas en conchas esparcidas en la arena de la playa más hermosa de todo una primavera o un verano que se aproxima.
Continuará…………………………………………………………………………………………