a Juan Ramón Jiménez
La rosa roja es clave de la tierra quebrada,
semilla de la sangre que liba ardor humano.
Ay, Juan Ramón Jiménez, con tu llanto desgrano
regadíos de amor hechos de sal sembrada.
Y crece la voz tierna, campera y habitada
de ojos amanecidos en la paz del rellano,
y la flor que recoges confías a tu hermano
donde late el misterio de la tierra besada.
La rosa roja es clave pendón del corazón.
Se derrama en la tierra con un amor inmenso
la semilla temblorosa de tu dolor intenso.
Alimenta tu pueblo el tenor del incienso
que desprenden tus versos, y deshoja el terrón
triste del sol a cuestas con tu firme ilusión.