Erase la tarde de vientos fantasmas
entre vapores de rocas incandescentes
y sombras de voces crucificadas.
Unas ramas al frente de mis ojos
paren esquizofrenias al miedo
de la especie dócil y verde;
la calcamonía de ellas baja por las manos
e inundan todas las represas;
son hojas vagabundas
explotadas ADN universales.
Erase el minuto
ahogado en la boca del eucalipto
calor de tragos
aterciopelados
por las huellas jurásicas;
un momento
muchachas de mal vivir
respeta el asunto de las ramas
y la flor de amor
entre volcanes
y la manga de colmillos.
Allí, bajo las sombras prehistóricas
y el tumulto de soledades
entre libélulas
de troncos liberados
las gotas de rocio chorrean
por el lomo del dinosaurio
es aquí
el reposo tenso pasaje
de los dientes
para beber
el jugo de la sangre
y excitante
exhalar el alarido
la explosión del silencio
lejana agonía.
Cual llamada de almíbar
y el tono platanal de las garras relajadas
vienen palabras de arenas
sonidos guturales
a la alegría agitada de tus polluelos
tus hijos triceraptops
tus sombras de cuernos
firmando
la inercia del hambre.
Cuando el tiempo se arrastra
por la lenta creación de clorofilas;
cuando los ets saltaban
por la penumbra de valles y catacumbas
en la aureola del cataclismo;
la alegría verdolaga
como principio de bebida
brota huaycos
de fotosíntesis apariciones.
Autor: José L. Condori
23 abril 2023
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