No soy mis pensamientos, la ansiedad de desvancerme en el mundo, de desaparecer entre calles, dejarme llevar a las sombras y ser otro objeto inanimado de los alrededores, estar tan lejos del ensordecedor flujo del tránsito, ir tan rápido para no ver nada, que mi atención sea cómplice de mis desvarios, sostener el tiempo y dejar que todo sea obscuro otras 24 horas, para luego en la mañana reintegrar mi mente al tumulto, al ruido, al caos, pues sin un gran tormento el alma jamás encontrará verdadera paz.