Te encontré cuando más te necesitaba, entre el cielo y la tierra en algún lugar del mundo, donde quiera que habitarás nuestras almas estaban predestinadas a estar juntas.
Yo me jactaba de lo maravilloso que es la soltería y ahora no concibo un minuto sin tu presencia, es sorprendente ver como la vida puede cambiar en un instante.
El destino nos junto así sin previo aviso, como si nuestras decisiones no contarán, como si el universo cósmico se alineara a nuestro favor.
Es difícil ver ahora el mundo sin antes reflejarme en tus ojos, sin comprender que debi ser yo la más insignificante de las criaturas, la persona que te conocería, solo tu María podías devolverme esa vida que creía yo ya estaba nuerta.